viernes, 7 de marzo de 2008

MI NOMBRE NO IMPORTA...

… al fin de cuentas sabes quien soy.

Recuerdo aquella la primera noche en que me le acerqué, tenía miedo, pero a la vez estaba deseosa de hacerlo. Lo había soñado tantas veces, que creo que mi miedo, mas que por hacerlo era por no decepcionarme.
Decidí probarlo, se había convertido en una obsesión, o más bien en un deseo insatisfecho.
No lo lamentaría nunca, fue como cuando un niño descubre por primera vez lo delicioso que es un dulce, cuando por fin, después de tanto observarlo de lejos, se anima a probar aquello tan agradable que los demás disfrutan tanto.

No me decepcioné, al contrario, mi hambre se convirtió en voracidad, en una desnutrición constante llena de deseo, voluptuosidad y necesidad.

La fui saciando poco a poco, no necesitaba más, eso dentro de lo que cabe me era suficiente para subsistir, pero a la vez era como una droga que hace depender de ello para todo. No quería nada más, no quería amor, no quería lágrimas, ni gritos ni aplausos, lo único que quería era seguir sintiendo ese placer, eso es lo único que me importó y me ha importado desde entonces.

No soy como las demás, no estoy aquí porque mi interior esté tan roto que necesito que alguien lo una temporalmente con cinta adhesiva, no, tampoco estoy porque necesito tanto lo que me pagan por ello que no me importa rasgar mi alma una y otra vez; no, ni mi interior está roto, ni mi alma se rasga una y otra vez; al contrario, me siento plena, me llena de satisfacción todo, cada palpo, cada caricia, cada grito y cada ser que poseo.

Estoy aquí para llevar mi vida como cualquier otra persona, como un doctor sana a los enfermos, como un religioso salva las almas, como una madre da la vida por sus hijos; así estoy aquí yo, dispuesta a dar todo por satisfacer y satisfacerme a mi misma, por saciarme con cada grito como si fuera un soldado recibiendo una medalla.

Estoy feliz, desde que estoy haciendo lo mío, ya no me falta nada, mi hambre se sacia cuando lo deseo y mi deseo se sacia con mi hambre. Simplemente eso, nada mas. Solo soy tan feliz como siempre lo había soñado.

¿Y mi nombre?, te lo he dicho, no importa, podría decir Elena, Marie o Yang, en esto los nombres solo son sombras, al final de cuentas, como en todo, siempre habrá otra con mi nombre en algún lugar del mundo.




No hay comentarios: