sábado, 13 de septiembre de 2008

ESCAPE



Sentí un pequeño cardo encajarse en mi pie, hasta ese momento me dí cuenta de que estaba descalza y semi desnuda.


Las lágrimas se congelaban con el frío de la noche y ni siquiera lograban rodar por mi cara.
Solo caminaba, tropezando con las raíces enmedio de la oscuridad.


Aún sentía tu calidez en mi cuerpo, por eso no me congelaba. Pero eso me estremecía, no quería sentirte, no quería recordarte. Me había prometido a mi misma, a ti, en esta noche alejarme para siempre de tu lado.


Lo siento tuve que adormilarte para poder escaparme de tí. El vino que sabrosamente degustaste fue tu veneno. Te mato, te mato con mi ausencia, con mi adiós. Te clavo después de tanto tiempo aquel mismo puñal que clavaste en mi corazón. Y que luego, después de tanto intentarlo frustradamente, logré sacar... tardaron en sanar mis heridas, mi carne herida y mi alma agujerada se resistían a dejar ese puñal, ya podría decir que era parte de ellas. Pero no mía, eso hizo que esas heridas sanaran y que el daño ni siquiera se notara ya. Me siento fuerte, valiente. Ya no regresaré, mi alma revivió y es hora que le de otra oportunidad. Te la doy también a tí, eres libre, puedes sanar igual que yo tus heridas.


Cuando despiertes estaré lejos, cruzaré mares, valles y ríos; y tu llorarás como yo lloré tanto tiempo, verás la sangre correr por tu herida.


Mi alma volará con el viento, las flores serán mis naves y los mares mis mantas. No necesito nadamás, me tengo a mi, conmigo es suficiente.